Vieras tú qué sonrisa tan amplia me está arrancando
los trapecios, las balas, los aros de fuego,
la vocación de saltimbanqui oscura y prófuga
que patalea cada vez que pierde una estrella en el agua.
Este cielo que somos es también un manto de luz para los astros,
las centellas que guían los brotes de primavera.
Ya vendrá, compañero,
el día sin peros,
la carne transparente.
La aurora está aprendiendo a cantar alegría